Se habla mucho de la
UNIDAD, de que todos somos uno, de que todos somos lo mismo, y estoy de acuerdo, pero ¿Qué
pasa cuando la unidad nos aleja de los demás? ¿Qué pasa cuando sentir
que "eres uno" nos agobia y no sabemos qué hacer?
Bueno, en realidad, no es cuestión de que
no sepamos qué hacer, sino de que no queramos hacerlo. Me explico, cuando estamos con
más gente ellos nos sirven para sacar a la luz todos aquellos aspectos y facetas que hay dentro de nosotros, las que se ven
y las que no se ven, las que nos gustan y las que no nos gustan.
Está muy bien todas
las personas que hablan de la unidad como que es algo natural en
nosotros, algo que hemos venido a experimentar para crear otro concepto de
realidad, pero... ¿Qué pasa cuando luego queremos escapar de nuestra propia "teoría zen"? ¿Qué pasa cuando nos supera sentir que todos somos uno, y
que no somos más que el reflejo de otro, y el otro, un reflejo nuestro?
En ese momento se
nos crispan muchos cables porque creemos que no sabemos cómo enfrentarnos a ello. Hay algo dentro de nosotros que se altera, y ante eso, nuestra cabeza sólo encuentra como respuesta salir huyendo en
vez de tratar de encontrar una solución. Nos salimos por la
tangente y nos aislamos del mundo, así sí estamos "bien". Pero, ¿para qué nos sirve saber y pregonar
que todos somos uno si luego salimos corriendo a la primera
de cambio? Si luego no podemos estar con gente que nos lleva los
demonios... ¿Para qué nos sirve si no lo sabemos integrar
en nuestra propia persona, en nuestra propia vida, en nuestra propia realidad?
En la “nueva era” hay muchas personas rozando
la “iluminación mental”, pero es eso, se queda sólo en MENTE.
A veces no sabemos adaptar e integrar tanto concepto y tanta teoría bonita y unificadora
que leemos aquí y allá, que escuchamos a otros seres que tomamos como Maestros. No sabemos, o más bien diría yo que, no nos atrevemos a integrarlo porque eso significaría un verdadero cambio, y muchas veces sabemos que aunque lo deseemos, el cambio nos puede dar miedo.
Mentalmente es mucho "más fácil" huir
del problema cuando lo tenemos delante, pero eso no sirve. Es "más
fácil" aislarnos en un "mundo zen", en un paraíso desierto donde no haya
ningún problema ni ningún ruido mental, que estar en el mundo real y
atrevernos a solventar cada pequeño obstáculo que se nos presente. Lo
"fácil" es encerrarnos en una montaña a meditar, ahí no nos vamos a
encontrar nada que nos perturbe, pero la verdadera enseñanza y el
verdadero crecimiento personal lo encontramos enfrentándonos a la
cotidianeidad de una ciudad, dentro del trabajo, dentro de la
familia, con nuestra pareja y nuestros hijos, con los vecinos, con cualquier
persona que nos encontremos que nos haga sentir incómodo.
Sí, todos somos uno, pero no debemos
olvidar que el aprendizaje es individual. Desde esa evolución
personal se podrá ayudar al colectivo porque es ahí donde entra la
unidad, donde sentimos el lazo energético que nos une a otros, y
donde sentimos que si yo cambio y estoy mejor, el de al lado también
empieza a cambiar y a sentirse mejor (o no, eso ya no es responsabilidad nuestra). Es como un efecto dominó. Pero
hay quienes quieren cambiar y mejorar aislándose de las cosas que le
perturban, aislando o apartando a personas que cree que no le hacen
ningún bien, y aquí hay dos cosas importantes: Una, todos
necesitamos un espacio de reconexión a nuestro interior, es un
reconocimiento a nuestro Ser, a nuestro espacio, a nuestra escucha
interior, es necesario y recomendable, pero dista mucho del aislamiento en una burbuja de cristal permanente porque no me gusta lo que me rodea.
Y dos, las personas que ya no sirven para nuestro aprendizaje
simplemente desaparecen por si mismas, ya no estarán en nuestra
frecuencia de vibración y simplemente cada una hará su vida. Pero
no tendremos que apartarlas nosotros, simplemente se irán ellas solas.
Como se puede ver, la
“unidad” es muy compleja. Para mí, simplemente debemos ser conscientes de
ella sin perder nuestro foco directo y principal: Integrar el
aprendizaje que me puede traer la unidad, es decir, el aprendizaje
que las demás personas me pueden estar reflejando.
Cualquier persona que nos
encontremos en nuestra vida nos mostrará una parte de nosotros. En
algunas ocasiones estaremos muy a gusto, nos sentiremos muy bien con
esas personas. Esas personas mostrarán una parte de nosotros mismos
que hemos superado, una parte con la que nos sentimos a gusto con
nosotros mismos. Pero esas mismas personas u otras, pueden hacer que
en determinados momentos nos sintamos mal, nos encontremos incómodos, nos provoque una reacción de alteración emocional interna y nos den ganas de salir corriendo y “aislarnos”.
Ahí es donde se presenta la oportunidad de integrar la unidad que
somos. Sabiendo y entendiendo que esas personas sirven únicamente de
recordatorio de que algo en nosotros está sin resolver, que está
pendiente, y la prueba la tenemos en que no las queremos tener cerca y las
queremos alejar. Si en vez de aislarnos en nuestra burbuja de cristal para
volver a estar “a gusto” nos entregamos a la observación y a la
consciencia, podemos solucionar cosas que en realidad deseamos
solucionar y que de momento, lo único que nos lo está impidiendo, es el
miedo.
Realmente no hay distinción entre la individualidad y la unidad.
Unida es igual a unido, pero unidad también es Uno.
"Sentir la indivisibilidad de la unidad del Todo en Uno, nos da lo que somos, Seres individuales".
Vamos a ver y vamos por partes, q seguro q estamos de acuerdo, pero lo expresamos de distinta manera.
ResponderEliminarCreo y lo digo por mi experiencia, q cuando alejamos a alguien de nuestra vista no lo hacemos siempre por miedo ni mucho menos. Lo hacemos mayormente por pereza, por desinterés, por aburrimiento, porq hemos comprobado q no nos aporta ningún "reflejo" o por que, realmente, nos importa un rábano. A veces, también, porque sabemos que son personas muy envidiosas q sólo buscan "matarnos", incluso matar nuestra alma -aunq esto último no sea posible, si no lo queremos-. En fin, que por mucho Uno que seamos, las personas creamos nuestras relaciones por AFINIDAD o porque nos han sido impuestas..., pero, desde luego, no las creamos para pasarlo fatal ni para jorobarnos todo el tiempo. Elegimos cuidadosamente... y profundizamos ,intercambiamos experiencias y perseveramos.
Pero, vamos, que el miedo no es nuestra pasión dominante respecto a la gente que no deseamos a nuestro lado.
Ahora bien, si te refieres a que somos Uno con el "homeless" q nos pide algo en el parque, con el asesino, con el loco y etc., etc. Pues sí, ahí sí pasas olímpicamente porq nos da "mucho respeto",q no es más q miedo. Y aún siendo así, no siempre pasas, q muchas veces también les echas una mano!
Pero lo más corriente es quitarte de en medio.
Pero a lo q voy. Que no todo son miedos.
La pereza es muy dominante, aparte d pecado capital.
Y que no necesitamos teorías zen del Todo y del Uno ni rollitos orientales. Que tenemos aquí nuestro "amar al prójimo como a nosotros mismos", "amar -incluso- a nuestros enemigos", perdonar siempre las ofensas, y las BIENAVENTURANZAS con que comienza Jesús el sermón de la montaña (son 8, ¿las ha leído alguien?) y que son el programa de vida de un cristiano.
En fin, que nos han regalado "herramientas" suficientes y nos sobran las del esos gurús orientales q, realmente, no aportan nada que no sepamos.
Bueno, quedo unida al Uno y al Otro y aprovecho para felicitarte por tu sincera entrada.
Un beso y hasta siempre.