miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Estás perdido? Reencuéntrate

 
Creo que muchos de nosotros, incluso me atrevería a decir que  la mayoría, hemos pasado alguna época de nuestra vida donde aún con las cosas más cotidianas, no sabíamos muy bien dónde meternos y nos sentíamos perdidos.
En mi caso en particular, eso lo he podido apreciar claramente en el ámbito laboral. A pesar de que me gustaban todos aquellos trabajos que desempeñé, sentía que no era lo que verdaderamente quería. Bueno, al principio no me lo planteaba ni siquiera, pero a partir de terminar un largo periodo laboral como administrativa, empecé a buscar otras cosas. Digo todo esto porque me sentía perdida. Había muchas cosas que me gustaban pero ninguna me complacía, en muchos casos miraba a la gente que me rodeaba, y que hicieran la profesión que fuera, sentía que ellos sí estaban satisfechos. De esa forma, al ver que ellos estaban felices y plenos, yo me planteaba hacer lo mismo que algunos de ellos. Me imaginaba cómo sería trabajar en profesiones donde gente cercana ya lo hacía y les veía felices, incluso, con una de ellas llegué a pensar que yo también podría sentirme feliz, de manera que empecé a recibir formación...
Pero después de llevar unos meses orientada en esa senda, me di cuenta que no quería seguir. Me di cuenta de que no era mi camino, no era lo que yo quería, no era yo misma.
 
Durante un periodo, que a mí se me hizo muy largo, me sentí perdida. No entendía porque los demás encontraban su sitio y yo no era capaz de conseguir encontrar el mío. En ese momento dejé de compararme con la gente; dejé de ver qué era lo que a los demás les hacía felices y luego tratar de hacer lo mismo para serlo yo también; empecé a dejar de escuchar consejos de terceras personas (que aunque viniesen con mucho amor), simplemente se limitaban a decirme lo que a ellos les parecía que podía hacerme feliz.
En ese momento, al igual que lo había hecho en otros aspectos de mi vida, empecé a mirar qué había dentro de mí que tenía su propia inquietud, me pregunté qué me gustaba, con qué me sentía feliz, cuándo me sentía plena, dónde sentía que ocupaba mi espacio, dónde y cómo me sentía yo misma.
En ese momento me olvidé del entorno para reencontrarme conmigo misma. Y en ese momento empezó a surgir la magia, ya no me sentía perdida, ya sabía lo que quería (aunque me daba miedo, y no sabía cómo lo iba a hacer, y tampoco sabía si me saldría bien...) pero me daba lo mismo. Había dedicado mucho tiempo a otras cosas que yo no había sentido plenamente, de manera que si antes me había dejado llevar por consejos que me habían dado, ¿porqué no dejarme llevar por mí misma?
 
Después de meses, me he dado cuenta, que cuanto más ignoras algo importante dentro de ti, más sensación de estar perdida tienes.
Y hoy me observo más de cerca, de manera que cuando veo que tiendo a salirme de mi propio papel para tomar el de otro, en ese momento paro en seco y medito la situación. Tanto en el trabajo como en cualquier cosa de mi vida, medito si realmente estoy en mi sitio, si siento que lo estoy haciendo desde mi interior, si siento que no quiero imitar a nadie, si me siento plena aunque a veces me de miedo mi propio camino, pero si después de todo eso sigo sintiéndome feliz, entonces sé que sí estoy ocupando mi lugar. Me recuerdo que al igual que no quiero ocupar el sitio de otro, con la misma importancia, asumo el compromiso de ocupar mi propio espacio para que no lo ocupe nadie.
 
Y me siento feliz porque una parte muy profunda de mi se siente escuchada. Para mí lo más importante para sentirnos plenos y felices es reconocer todas las partes de nosotros mismos, aceptar nuestros sentimientos y afrontar nuestros miedos.
Si te escuchas, sabes lo que eres, si sabes lo que eres, sólo tienes que actuar con coherencia.
 
Bendigo el momento en que me sentí perdida, ya que gracias a eso paré de hacer algo que no me gustaba, tornándose en una llamada interior para que asumiera mi propio espacio e hiciera lo que tenía que hacer. 
 
 







 

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